En el Vesubio, el volcán de Nápoles,
nace un liquen, el Stereocaulon vesuvianum, que puede colonizar la roca volcánica
extremadamente dura que cubre las pendientes de la montaña después de una erupción.
Este vegetal consigue penetrar en la lava solidificada, hacerla añicos y
transformarla lentamente en un terreno fértil donde podrán crecer las vides que
producen los apreciados vinos del Vesubio. Los niños pueden ser también los
líquenes de nuestras ciudades: con su presencia y sus juegos invadiendo los
espacios públicos son capaces de modificar los comportamientos de los adultos y
obligarnos a respetar más el entorno en el que vivimos y en el que vivirán
nuestros hijos y nuestros nietos.
Hoy, en cambio, la ciudad se ha
olvidado de los niños, que han quedado relegados a espacios especialmente pensados
para ellos, desde su habitación hasta el parque con columpios o la ludoteca.
Francesco Tonucci
Miembro del ISTC (Istituto di Scienze e Tecnologie della Cognizione)
CNR (Consiglio Nazionale delle Ricerche)
Responsable del proyecto internacional “La ciudad de los niños
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